– por Joshua Solana
«No debo temer. El miedo es el asesino de la mente. El miedo es la pequeña muerte que trae la aniquilación total. Enfrentaré a mi miedo y le permitiré pasar por encima y a través de mí. Y cuando haya pasado, voltearé mi ojo interno para ver su camino. Donde el miedo ha desaparecido, no habrá nada. Solo yo permaneceré».
El día en que Paul Atreides es llamado a cumplir con su deber como mesías, inicia con el desayuno que comparte con su madre y mentora, Lady Jessica, quien desde sus primeros años lo ha estado entrenando en el uso de «La Voz», un poder mental que sirve para obligar a otros a realizar acciones sin oponer resistencia. Es curiosa la similitud de este poder con el control que Lady Jessica y la orden a la que pertenece de las Bene Gesserit ejercen sobre la comunidad de Arrakis, pues a través de una religión y un mesías anunciado, buscan el dominio y control de todo un planeta.
Paul Atreides fue entrenado para convertirse en el mesías que logrará el control de Arrakis.
La película Duna, dirigida por Denis Villeneuve y dividida en dos partes, estrenó su segunda parte el fin de semana pasado, luego de haber sido reprogramada por la huelga de actores en Hollywood. Duna: parte dos, trae de vuelta el furor por las superproducciones americanas ultrataquilleras. Su director ha sabido entregar una película emocionante y llena de todo lo que esperaríamos dentro de un blockbuster, todo eso que no llegó a ser la última trilogía de Star Wars, Duna lo es.
La primera parte, estrenada en 2021, estableció los cimientos sobre los que la aventura espacial de la familia Atreides tendría lugar. Comienza el llamado a la aventura de Paul justo una escena después del desayuno con su madre, cuando el así autoproclamado Heraldo del cambio, anuncia a la familia del Duque que han sido llamados por el emperador para gobernar Arrakis, un desértico planeta explotado por el imperio para obtener la especia, un importantísimo recurso utilizado para el viaje intergaláctico. El padre de Paul, el duque Leto, voltea a ver a su hijo justo antes de aceptar el llamado a la aventura, es él el que tiene que aceptar o no el camino que se trazará con su decisión. Paul duda escenas después, en intimidad con su padre le pregunta «¿Qué tal si no soy el futuro de la casa Atreides?» a lo que el duque le responde: Un gran hombre no busca liderar. Es llamado a hacerlo y contesta.
Paul Atreides es un mesías negado a serlo.
Antes de finalizar el día del llamado, la orden de las Bene Gesserit llegan para poner a prueba al, por suyo fabricado, mesías. La prueba es impresionante tanto a nivel cinematográfico como esotérico, por un lado la musicalización hecha por Hans Zimmer, así como el montaje y la cinematografía, crean una sensación de ansiedad y miedo que nos permite empatizar con el personaje de Paul, y por otro lado está la prueba en sí, una aguja envenenada sobre el cuello del probado, su mano tiene que ir dentro de una caja donde solo encontrará miedo y deberá permanecer allí el tiempo que dure la prueba. ¿Y cuál es aquel dolor que Paul encuentra? A su madre, preocupada detrás de la puerta. Sintiéndola indefensa y con temor, Paul sufre al ver a su mentora de esta forma, pero de igual manera mentora y alumno se apoyan entre ellos para superar la prueba, «el miedo es el asesino de la mente» dice Lady Jessica armándose de valor. Este enfrentamiento al dolor hace que Paul Atreides permanezca sereno al sufrimiento que encuentra dentro de la prueba final, prueba que le ayudará en su viaje del héroe por las desérticas tierras de Arrakis.
Lady Jessica, madre y mentora de Paul, es interpretada por Rebecca Ferguson.
Sin embargo, al principio de este viaje Paul está resentido con su madre y con las personas que han ido definiendo el camino que deberá seguir, Denis Villeneuve nos entrega un mesías negado a serlo, pues él es consciente de que ha sido fabricado para el control del pueblo de Arrakis, los Fremen. Fiel a su tradicional forma de abordar las historias, el director nos presenta un personaje perturbado, solitario y desdibujado que a lo largo de las películas comienza no solo a aceptar esta idea mesiánica que han proyectado sobre él, sino que empieza a creerla. Y nosotros, como algunos Fremen, también comenzamos a creer en que Paul Atreides sea realmente un mesías, el Lisan al Gaib como le llaman, pues la segunda parte de Duna se enfoca en cimentar esta idea al preparar a Paul y a Jessica a través de pruebas que tendrán que enfrentar en las peligrosas dunas del desértico Arrakis. Y esto es sumamente interesante, pues la historia transita entre el conflicto político y el religioso, dualidad que enfrenta Paul desde sus progenitores, hijo del duque de una casa importante y de una miembro de la orden monástica de las Bene Gesserit.
La segunda parte de Duna ya se encuentra en las salas de cine mexicanas y recomiendo ampliamente que se vea en la pantalla más grande que encuentren. Villeneuve está increíble en esta segunda parte, mostrando el poder del desierto que prometió al final de la primera, no deja nada a la imaginación. Desde gusanos gigantes hasta una épica batalla dentro de un coliseo sin color, Duna: parte dos se corona como el mejor blockbuster del año, sin duda será EL evento cinematográfico de este 2024.
La segunda parte de Duna es visualmente espectacular.