– por Joshua Solana
Anora es la nueva película del director Sean Baker. Fue la ganadora de la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes. Al recoger su premio, el director lo dedicó a “todas las trabajadoras sexuales pasadas, presentes y futuras”. Para nadie fue una sorpresa, Baker ha seguido una línea muy similar a lo largo de su filmografía al enfocarse en personajes marginados, inmigrantes, trans y trabajadoras sexuales. Pero, pese a la admirable dedicatoria, la película del personaje homónimo, Anora, está lejos de representar al sector al que dice reflejar. En realidad, es un relato más amplio sobre el trabajo, sobre aquellos que sostienen la vida cotidiana de los adinerados: los guardaespaldas, las trabajadoras domésticas y la propia Ani. A través de ellos, Baker traza un retrato de las desigualdades que separan a los superricos de quienes trabajan para ellos.
Anora es magistralmente interpretada por Mikey Madison.
Anora, o Ani, como prefiere ser llamada, es una joven trabajadora sexual que pasa sus noches en un club de striptease en Brooklyn. De ascendencia rusa, Ani se convierte en la opción ideal para Ivan ‘Vanya’ Zakharov, un joven nepobaby ruso que no habla inglés. Tras un baile privado y varios encuentros sexuales, Ani descubre el mundo de excesos en el que vive su cliente: una mansión llena de lujos y caprichos financiados por la fortuna de sus padres oligarcas. Entre fiestas, drogas y diversión, Vanya le propone ser su novia por una semana, una oferta que Ani acepta tras negociar su precio. Lo que comienza como un acuerdo termina en matrimonio, pero este cuento de hadas está lejos de tener un final feliz.
Si los primeros 50 minutos son una fantasía hecha realidad para Ani, la segunda mitad de la película se convierte en un martirio. Al enterarse del matrimonio, los padres de Vanya, oligarcas acostumbrados a controlar cada aspecto de su mundo, envían a su hombre de confianza, Toros, a «resolver el problema». Toros delega en Garnick e Igor, dos tipos duros, la misión de retener a la pareja en la mansión. Pero mientras Vanya huye cobardemente, Ani se transforma en un ser salvaje, dispuesta a pelear contra cualquier obstáculo para preservar su matrimonio y su nuevo estatus social. Finalmente, Toros, Garnick, Igor y Anora deben encontrar a Vanya para anular el matrimonio antes de que lleguen sus padres. Durante una larga y fría noche, el cuarteto recorre los antros, bares y clubes de striptease de la ciudad en busca del insolente y caprichoso Vanya.
Pronto, el cuento de hadas de Ani comienza a desmoronarse.
Sean Baker crea una tormenta que se despliega con gran habilidad, entrelazando momentos de ansiedad y desesperación con destellos de comedia. La escena en la que el cuarteto se conoce es particularmente graciosa. Sin embargo, al ser director, escritor y productor, Baker no deja espacio a la exploración profunda de sus personajes. Como AUTOR de la obra, el elenco se vuelve un utensilio más dentro del lienzo del artista. No hay lugar para la exploración; los personajes parecen piezas móviles que solo sirven para hacer avanzar la narrativa. Cada línea de diálogo está al servicio de la historia, sin motivaciones más allá de las superficiales. La actuación es magistral —no quiero que esto se malinterprete—, Mikey Madison y el resto del elenco tienen la difícil tarea de dar vida a personajes bidimensionales.
Del mismo modo que los personajes son solo un medio para llevar adelante la historia, el trabajo sexual que realiza Ani también es solo un vehículo narrativo. Anora es, en esencia, una película sobre la clase trabajadora en general. Ani no es tan distinta a las mucamas que limpian la mansión de Vanya, del gerente del hotel en Las Vegas que atiende al joven mimado, o incluso de Toros, Garnick e Igor. Más que una historia sobre el trabajo sexual, Anora es un relato sobre el trabajo en todas sus formas, las relaciones de intercambio económico y el choque entre dos sectores de la sociedad que rara vez se cruzan.
Anora es un relato sobre el trabajo, las relaciones desiguales de intercambio económico entre clases sociales.
Anora no es la historia de una trabajadora sexual; es un relato sobre las dinámicas de poder que sostienen las vidas de los privilegiados. Sean Baker no decepciona, la experiencia de ver esta película es sumamente enriquecedora. Con momentos tanto graciosos como tensos, el cuento de hadas de Ani es la opción ideal para ir al cine este fin de semana. Además, Anora acaba de ser nominada a 6 premios Oscar, incluidos Mejor Película y Mejor Actriz, lo que subraya aún más su impacto y relevancia en la actualidad. Sin duda, una película que no puedes dejar de ver.